El candidato republicano Donald Trump ha sido declarado ganador de las elecciones presidenciales en Estados Unidos, superando el umbral de 270 votos electorales que le aseguraron su regreso a la Casa Blanca. Según las proyecciones de los principales medios internacionales, Trump volverá a gobernar tras una intensa campaña marcada por su postura antiinmigrante y su promesa de restaurar el control fronterizo.
En su discurso de victoria, transmitido en directo, Trump reiteró su compromiso de “sellar las fronteras” del país, una de las promesas centrales de su campaña. El presidente electo subrayó que su gobierno dará prioridad a reforzar la seguridad en la frontera para “arreglar todo lo que necesita corrección en el país”, enfatizando su intención de limitar la entrada de personas de manera más estricta y ordenada.
“Vamos a sellar nuestras fronteras y vamos a tener que dejar a la gente que entre en el país. Queremos que la gente regrese. Tenemos que dejarlos regresar, pero lo van a tener que hacer de manera legal. Tienen que venir, pero de manera legal”, aseguró Trump.
Trump también mencionó que su gobierno trabajará para “cicatrizar” un país que considera herido tras la administración de su predecesor, Joe Biden.
“Tenemos que ayudar a que nuestro país cicatrice. Tenemos un país que necesita ayuda, y la necesita urgentemente. Vamos a arreglar nuestras fronteras”.
Durante su campaña, Trump mantuvo un discurso beligerante contra la inmigración, acusando a los inmigrantes de incrementar la criminalidad, quitar empleos a los estadounidenses y representar una amenaza para la seguridad nacional. Incluso propuso la implementación de una ley marcial que le permitiría detener y deportar a personas indocumentadas de manera masiva, lo que ha generado críticas de diversos sectores.
Al referirse a su idea de “sellar las fronteras”, Trump ha señalado que busca cerrar las brechas legales y físicas que existen actualmente, con el propósito de evitar lo que califica como una crisis de seguridad. La propuesta ha generado reacciones mixtas: mientras sus partidarios la ven como una medida necesaria, críticos y activistas la perciben como una postura que ignora la complejidad del fenómeno migratorio.
Como parte de sus promesas, Trump reiteró su intención de construir un muro en la frontera con México, una iniciativa que promovió desde su primer mandato pero que no logró completar. El presidente electo ve este proyecto como un símbolo de su política de “control total” sobre la entrada de migrantes al país.
Los partidarios de Trump ven sus medidas como un esfuerzo por proteger la economía y el empleo para los estadounidenses, mientras que los defensores de derechos humanos argumentan que estas políticas generan una división social y un rechazo hacia comunidades inmigrantes. La promesa de “sellar las fronteras” ha encendido una vez más el debate sobre el balance entre seguridad y derechos humanos.
Trump concluyó su discurso afirmando que Estados Unidos es “un país enfermo” que necesita sanarse. Para el presidente electo, este proceso comienza con el fortalecimiento de las fronteras y el restablecimiento de lo que él considera un orden necesario en el flujo migratorio.
A medida que Trump se prepara para asumir su segundo mandato, las expectativas sobre sus políticas migratorias crecen, mientras sectores opuestos se preparan para lo que prevén será una presidencia polarizadora en temas de inmigración y derechos civiles.