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Al interior del Campo Militar número 37, en Zumpango, Estado de México, se levanta el Centro de Mantenimiento de Material Ferroviario del Ejército. Se trata de un modesto complejo industrial donde se desarrolla un proyecto tecnológico y estratégico de alto nivel en el que, se construyen durmientes ferroviarios con sello mexicano.
Desarrollados por el Agrupamiento de Ingenieros “Felipe Ángeles”, bajo la supervisión del Capitán Primero Ingeniero Constructor Orlando Gutiérrez Obeso, lo que parece una simple pieza de concreto que sostiene las vías del tren es, en realidad, el resultado de un proceso de innovación que abarca desde la ingeniería básica hasta la producción en serie.

“Es un desarrollo que hemos llevado desde el más bajo hasta el más alto nivel del TRL (Technology Readiness Level). Esto nos ha permitido obtener una patente, un diseño industrial y certificaciones internacionales”, explica el capitán con orgullo.
De la idea al riel
En una nave de 50 por 50 metros, el capitán explica que el proyecto nació de un análisis interno sobre los suministros estratégicos necesarios para las megaobras ferroviarias, como es el caso del Tren Maya y algunas otras que requiere el país.
Y es que, la alta demanda de durmientes y los tiempos reducidos de ejecución obligaron al agrupamiento a pensar en una solución nacional e independiente.

“La iniciativa surge por los cuellos de botella en la cadena de suministros. Se vio la necesidad de tener capacidad propia de producción y mantenimiento ferroviario. Aprovechamos el conocimiento en ingeniería, materiales avanzados y diseño industrial al interior de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena)”, detalla Gutiérrez Obeso.
Producción con ingeniería y mano de obra mexicana
Con una planta diseñada inicialmente para producir 500 durmientes al día, el equipo ha superado expectativas y ahora genera 600 piezas diarias, con la capacidad de llegar hasta las 1,000. Esto es posible gracias al trabajo coordinado de cinco oficiales y 140 trabajadores civiles distribuidos en dos turnos, los 365 días del año.
Los durmientes están hechos con agregado basáltico de origen nacional y acero mexicano en un 95% y 5% de componentes especializados que provienen de Europa. Cada pieza mide 2.59 metros, pesa 350 kilogramos y tiene una vida útil estimada de 75 años.

“Todo es mano de obra mexicana y material nacional, salvo un pequeño porcentaje. Eso hace que estos durmientes sean únicos en el mundo”, subraya el capitán.
Certificaciones internacionales
La calidad del producto no solo está respaldada por sus especificaciones técnicas. Ha sido avalado por dos entidades especializadas en el ámbito ferroviario, una europea y otra norteamericana que colabora con la Universidad de Chicago.
“Estos durmientes cumplen con las especificaciones del Tren Maya, es decir, pueden soportar velocidades de 160 km/h para trenes de pasajeros y de 80 a 100 km/h para carga”, asegura el ingeniero militar.
De la selva al altiplano

Aunque estos durmientes fueron creados para el Tren Maya, su destino ha cambiado. La producción actual está destinada a los proyectos AIFA–Pachuca y México–Querétaro.
“En unas dos semanas terminaremos de fabricar los 200 mil durmientes que requiere el tren AIFA-Pachuca y comenzaremos con los del México-Querétaro”, adelanta el capitán.
Un esfuerzo civil-militar por el país
Más allá de la tecnología y las cifras, Gutiérrez Obeso subraya el carácter colaborativo del proyecto. “Este durmiente es el resultado del trabajo en equipo: ingenieros militares y mano de obra civil especializada. Es el granito de arena que aportamos para el desarrollo ferroviario del país”.
En una era de relanzamiento de los trenes en México, la historia de estos durmientes nos recuerda que las grandes infraestructuras se construyen no solo con concreto, sino con visión estratégica, conocimiento técnico y colaboración entre civiles y militares.
-FGA/MAS Comunicación-