La maestra Jazmín García Ruvalcaba ha dedicado su vida al magisterio, siguiendo los pasos de sus padres, ambos también maestros.
“Mis padres son maestros. Mi mamá actualmente es supervisora de Educación Primaria y mi papá ya se jubiló como director de educación telesecundaria. Crecimos con ellos en la profesión, trabajando y viviendo en las escuelas y comunidades hasta llegar aquí y trabajar junto con mis papás”, compartió la maestra Jazmín, enfatizando cómo la educación es una vocación que lleva en la sangre.
A pesar de considerarse como una maestra estricta, Jazmín se esfuerza por inculcar valores y descubrir el potencial de cada uno de sus alumnos. “Esos niños que me ven y me dan un abrazo, a pesar de las etiquetas que les pone la sociedad y a veces el mismo magisterio, demuestran capacidades increíbles. Mi satisfacción es mostrarles que hay un mundo diferente fuera de su contexto, verlos contentos y saber que pueden decirme ‘tú eres mi mejor maestra’. Eso es lo que me motiva a seguir adelante”, expresó.
La realidad violenta en la que viven muchos de sus alumnos es una de las mayores preocupaciones de la maestra Jazmín. “Desafortunadamente, vivimos en un mundo muy violento y las conductas de los niños reflejan las difíciles situaciones familiares. La escuela a veces es el único lugar donde se sienten protegidos. Mi mayor satisfacción es ofrecerles ese refugio y verlos salir adelante a pesar de todo”, concluyó. Ahora, con la mirada puesta en el futuro, Jazmín aspira a avanzar en su carrera hacia un puesto de dirección o supervisión, continuando su labor de impacto positivo en la vida de sus alumnos.