Desde que Donald Trump asumió nuevamente la presidencia el pasado 20 de enero, la comunidad migrante en Estados Unidos enfrenta un clima de incertidumbre y temor. Las redadas del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de EE. UU. (ICE) se han intensificado en diversos estados, convirtiéndose en un tema recurrente en centros de trabajo, escuelas y hogares. Según datos oficiales, más de mil migrantes han sido arrestados en los últimos días, la mayoría con antecedentes penales graves relacionados con violencia, drogas y armas.
Operativos recientes se han llevado a cabo en estados como Illinois, Utah, California, Minnesota, Nueva York, Florida, Texas, Maryland, Nueva Jersey (principalmente en la ciudad de Newark) y Massachussets (específicamente en Boston). Medios como LA PRENSA han señalado que estas acciones son parte de una estrategia más amplia de deportación masiva impulsada por la nueva administración, que pretende realizar la “mayor operación de deportación en la historia del país”.
Una de las medidas más controversiales es la autorización de redadas en lugares considerados previamente como zonas “sensibles”, tales como iglesias, escuelas y hospitales. Benjamine Huffman, secretaria en funciones del Departamento de Seguridad Nacional, emitió directrices que eliminan las restricciones para actuar en estas áreas, ampliando el alcance de los operativos migratorios y eliminando lugares que antes se percibían como seguros para los migrantes.
El plan se enmarca en la política de emergencia nacional decretada por Trump en la frontera con México, catalogando la situación como una “invasión”. La portavoz de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, confirmó que incluso se están utilizando aviones militares para acelerar las deportaciones, en una muestra del enfoque extremo de esta política migratoria.
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— U.S. Immigration and Customs Enforcement (@ICEgov) January 27, 2025
El impacto psicológico y social de estas redadas no se limita a los detenidos. La población migrante vive en un estado constante de alerta, temiendo ser arrestada en cualquier momento, incluso en lugares cotidianos como iglesias o escuelas. Este clima de miedo y la pérdida de confianza en instituciones consideradas refugios tradicionales están transformando la vida diaria de miles de familias migrantes en Estados Unidos.
En tan solo una jornada, el 23 de enero, la administración Trump reportó la detención de 538 personas, entre ellas varios individuos acusados de delitos graves. Este tipo de operativos, sumados a la retórica de “mano dura” del gobierno, han dejado a muchos migrantes sin un lugar seguro al cual recurrir.
Más tarde, la agencia aseguró que realizó un total de 956 arrestos el domingo 26 de enero, la mayor cantidad en un solo día hasta la fecha realizada por la administración Trump. Desde que el mandatario asumió el cargo, ICE detuvo al menos a 2.681 inmigrantes no autorizados.
La política migratoria actual subraya la necesidad de un debate más amplio sobre los derechos humanos y las condiciones de los migrantes en Estados Unidos, mientras las familias afectadas enfrentan un futuro incierto en medio de redadas masivas y un endurecimiento de las leyes migratorias.